Abderramán II, emir de al-Andalus (personajes reales)

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Abderramán II era el hijo de al-Hakam I. Pertenecía a la dinastía de los omeya, cuyos supervivientes tuvieron que huir de Damasco ante la matanza de omeyas que sus enemigos abbasíes estaban realizando. Sólo uno logró salvarse y llegar a al-Andalus: Abderramán I, el bisabuelo del protagonista de este artículo.

Abderramán II y Mursiyya; El talismán del Yemení

El motivo de dedicarle un artículo a este emir de al-Andalus está más que justificado. Fue él el que ordenó (entre otras muchas cosas) la construcción de una nueva ciudad, la que ahora conocemos como Murcia. Esta fue llamada, en tiempos medievales y entre otros apelativos, Mursiyya o Mursiya (según el historiador al que consultes la transcriben con una «y» o con dos). Por todo eso Abderramán II es personaje destacado en mi novela histórica «Mursiyya, El talismán del Yemení«, editada por Dokusou ediciones.

Abderramán II recreado por Sergio Reyes Puerta

Perfil de Abderramán II

Abderramán II vivió y gobernó durante gran parte del siglo IX. Era alto y corpulento, de piel muy morena, ojos muy negros y marcadas orejas, que se acompañaban de nariz aguileña. Llevaba barba muy larga. Accedió al trono a la edad de treinta años. Una de las primeras cosas que tuvo que hacer fue enfrentarse a la guerra civil que estalló en la cora de Tudmir (actuales provincias de Murcia, Albacete, Almería y Alicante aproximadamente).

Recreación de Abderramán II en la mezquita de Córdoba. Acuarela de Sergio Reyes Puerta

Pretensiones del emir

Fue un gobernante muy interesado en engrandecer su reinado mediante el boato, la cultura y otros signos que lo distinguieran de otras cortes y le acercaran en importancia a la de Bagdad, su referente principal. Es por eso que este emir potenció fuertemente la cultura en al-Andalus. Trajo a grandes sabios, artistas y científicos de su época y fomentó una gran biblioteca. Incluso él mismo cultivó la poesía.

El emir Abderramán II tenía un enorme gusto por el canto y la música desde antes, incluso, de su llegada al poder. Y esto era sabido por todos. De hecho tenía en su corte a varios de los mejores cantantes con salarios de diez dinares mensuales, entre los que destacaban el judío Abu Nasr Mansur ibn Abi l-Buhlul, Abu Ya’qub, Hasan al-Qarawi y Hasan al-Hilli… Hasta que llegó Ziryab, al que puso un sueldo de doscientos dinares al mes provocando algunas envidias entre el resto de artistas. Pero esa es otra historia que en otros artículos cuento.

A lo que iba: le gustaban tanto los cantantes que además del sueldo que les ponía les hacía regalos diversos. Incluso los prefería por encima de sus esclavas cantoras, por considerarlos a ellos superiores en dicho arte.

Abderramán II escucha a Ziryab tocándole el laúd y cantando

Abderramán II, ¿un emir influenciable?

Se rodeó de personas de su confianza por las que se dejaba influenciar, como el intolerante alfaquí Yahya ibn Yahya, el gran cantor bagdadí Ziryab, la concubina Tarub y el eunuco Nasr. Todos estos personajes también aparecen en mi novela «Mursiyya; el talismán del Yemení» y se puede observar en la trama su papel en las decisiones del emir. A continuación os muestro un ejemplo de cómo algunos de estos personajes ejercían su influencia sobre el hombre más poderoso (o no, si nos atenemos a dichas influencias que dotaban también de gran poder a estos allegados) de al-Andalus en aquellos momentos:

Cuando murió el juez de Córdoba Yahya ibn Ya’mar, Abderramán II le pidió a Yahya ibn Yahya (otro personaje de «Mursiyya; El talismán del Yemení», por cierto) que lo sustituyera. Pero este se negó y el cargo quedó desierto porque el emir estaba encabezonado en que este, que era su favorito para el puesto, aceptara. Al final tuvo que venir Ziryab a proponerle una solución: que su preferido Yahya le propusiera un sustituto adecuado. Así se hizo y así fue cómo llegó a juez de Córdoba por aquellas fechas Ibrahim ibn al-Abbas.

Y en la guerra

Reforzó los ejércitos andalusíes y, además de atacar continuamente a los reinos cristianos del norte de la península, hubo de enfrentarse a las incursiones vikingas de la época, dándoles una buena lección a los mayus, tal y como os cuento en mi novela.

Podría contaros más cosas sobre él, pero empezaría a rozar peligrosamente el destripe de mi obra, y como no quiero que pierda emoción la lectura de la misma, hasta aquí me atrevo a llegar.

Un saludo y pronto os presentaré a más personajes reales de Mursiyya ETDY.

Fuentes bibliográficas

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