Yakaar – Carlos Hernández

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Yakaar

Carlos Hernández

RESEÑA

Carlos Hernández, autor de «Susurros de la nipa«, nos brinda una nueva obra que, al igual que su opera prima, nos traslada a tierras africanas. En este caso, Carlos abandona su amada Guinea, donde nació, para trasladar el grueso de la trama a Senegal. Allí, Marta Pedreira, la hija de un importante empresario textil español (gallego para más señas, aunque la empresa que aparece en esta novela no se llama exactamente como usted está pensando, pero sí muy parecido), es secuestrada por un grupo terrorista. Un guardia civil destinado en la zona, Rodrigo Peña, se hará cargo de la investigación para dar con ella. Y hasta ahí puedo leer.

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«Al poco tiempo regresó Moussa dando explicaciones de lo visto desde su nuevo ángulo, advirtiendo que se veía claramente movimiento hostil dentro de la casa. Se podía observar fácilmente cómo los hombres llevaban los pañuelos tapándose las caras. Un total de tres diferentes había podido identificar».

Con una portada muy cinematográfica, el autor nos presenta en ella a sus principales personajes y nos adelanta, desde esa promesa que supone la cubierta de un libro, algo fundamental del contenido con el que el lector se va a encontrar: que se trata de un texto muy gráfico que proyectará sobre su retina, según vaya leyendo, una película de los sucesos narrados con una viveza y un realismo nada fácil de encontrar. El que avisa no es traidor, y cuando empieces a leer esta novela, no podrás parar de leer, pues será como ver una película. Recomiendo verla, eso sí, sin intermedios. Por suerte, la novela Yakaar tiene la extensión ideal para poder ser leída en una o dos sentadas si eres un devorador de libros como yo. Y si no lo eres, con esta novela te sentirás como si lo fueras.

«Aquella orden no le gustó nada. El recuerdo de la última vez no fue en absoluto agradable, pero quizás allí estarían sus niñas esperándolo y todo se habría terminado. Una vez dentro, observó una mesa vieja de madera con un portátil encima y las dichosas baterías en el suelo, alimentando unas bombillas que proyectaban una lúgubre luz. al fondo del contenedor se apreciaban bidones metálicos de los utilizados para el transporte de aceite y combustible; un fuerte olor a podredumbre invadía aquel siniestro lugar».

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La lectura de Yakaar se vuelve ágil y rápida al tratarse de una trama trepidante, narrada con palabras sencillas y cercanas que no solo no desmerecen la obra, sino que la hacen accesible a la mayor parte del público, lo que la convierte en un instrumento interesante de animación a la lectura para los más reticentes a la misma. En esta sociedad actual, en la que cada vez está más de moda (tristemente) presumir de incultura y de no gustarnos leer, estoy convencido de que cualquiera se puede enganchar a la lectura si encuentra el libro adecuado, y este puede serlo para los que más convencidos se hallan de que la lectura no es lo suyo.

«Una vez formalizadas las gestiones de entrada en el país se dispuso a salir de la terminal en busca de un taxi, no sin antes dirigirse a los aseos por un pasillo largo terminado en un recibidor donde se veían claramente los aseos de señoras y caballeros; necesitaba lavarse la cara y hacer aguas menores. Una vez dentro percibió que los urinarios de pared llevaban tiempo sin ver la lejía o cualquier otro producto de limpieza, así que se dispuso a entrar en uno de los apartados destinados para los váteres; tampoco estaban muy bien que digamos, pero la imperiosa necesidad mandaba. Colgó la mochila en el pomo de la puerta, porque dejarla en el suelo no era una buena idea. Cuando se encontraba en el momento culminante y placentero de orinar, sobre todo si uno lleva tiempo aguantándose, recibió un fuerte golpe en mitad de la espalda que lo hizo caer hacia delante y darse de bruces contra la pared y parte de la tubería de la cisterna, lo que le ocasionó un fuerte dolor y un corte en la ceja derecha. Enseguida se percató de que estaba siendo objeto de un atraco en toda regla por dos individuos malencarados, vacilones y, lo peor de todo, ambos portaban cuchillos de cocinero de considerables dimensiones. Uno de ellos ya tenía colgada en su hombro la mochila. Con indicaciones agresivas y nerviosas le reclamaban el reloj y la cartera con el dinero».

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Descripciones breves y concisas, y acción, mucha acción, y más acción todavía. Solo puedo tener buenas palabras para Carlos y su Yakaar, un libro autoeditado que merece toda nuestra atención. No dejéis de leerlo.

Ficha técnica:

Editorial: Autoedición

ISBN: 978-84-090506-2-8

Edición: Primera edición

Formato: Papel

Género: Novela de acción

Traducción: No procede

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