La muerte juega a los dados – Clara Obligado

La muerte juega a los dados

Clara Obligado

RESEÑA

Clara Obligado, argentina afincada en Madrid, es una de esas autoras contemporáneas que merecen más lectores de los que tienen (y no son pocos, ojo), porque lo que escribe lo escribe con cariño, con pasión, con inteligencia y, sobre todo, con maestría. En «La muerte juega a los dados» sorprende al lector con un conjunto de relatos que giran, todos ellos, en torno a una familia y sus distintos avatares a lo largo de varias generaciones.

«Sé que ya no se escriben cartas a mano y yo aquí, con mi pluma y estos papeles, justificándome con que nosotras nunca tuvimos charlas apresuradas. ¿Recuerdas cómo conversábamos, de cama a cama, en la enorme habitación de «Los naranjos»? ¿Los ruidos de la noche? ¿El aire que inflaba las cortinas? ¿Los pasos insomnes de abuela Leonora, en el piso de arriba? ¿La violencia de mamá? Sí, máma. Y así, en esta noche larga que ya sé que va a ser insomne, empezamos a conversar sobre un tema que las dos hemos estado soslayando».

Clara imparte sus talleres literarios en Madrid y yo tuve la suerte de poder trabajar con ella en un par de ocasiones, en el marco inmejorable de los talleres de escritura que, en la biblioteca regional de Murcia, tan bien dirige Lola, una de las grandes literatas murcianas. Por ello, sabía de antemano que este libro iba a estar repleto de buenas historias, de flechas certeras que salen disparadas de su arco y vuelan rectas, sin desviarse, hacia el centro de la diana, para golpear la conciencia y el corazón del que las recibe.

«Por los ruidos se dio cuenta de que el edificio estaba habitado. Voces de mujeres, un entrechocarse de vajilla que le hizo crujir el estómago. Las cortinas eran casi doradas, de un tela muy liviana, y filtraban una luz ambarina, los pocos cristales sin velar, opacos y lechosos, tampoco dejaban ver el exterior. De todas formas, asomarse podía ser su fin.»

Repleta de personajes curiosos, originales, que se mueven en ambientes adinerados aunque asfixiantes a veces, que nos muestran las maneras de la alta sociedad, sus costumbres y sus devaneos, sus miserias y sus ostentaciones, estos relatos te absorberán y te dejarán la sensación de estar leyendo algo realmente grande.

Este libro me acompañó durante dos veranos (2017 y 2018). Viajaba conmigo en el bolsillo de la silleta de la playa. Lo leí y saboreé a pie de mar, entre el olor a salitre y el graznar de las gaviotas, entre el calor y las sombrillas, entre las cervecitas y las neveras. Confirmo que disfruté mucho con él entre las manos. Reconozco que esos días de veraneo en la arena caliente del mediterráneo me supieron a gloria sumergiéndome entre sus palabras. Y confieso que, incluso, leí en voz alta, recité algunos relatos para Pepa, que cayó rendida, como lectora avezada que es, a la pericia de la Obligado.

«Esa mañana, sin razón aparente, Mme. Tanis dejó de hacer dieta. Se levantó temprano y, antes de servir el desayuno, arrasó con las sobras de la cena. Había pasado la vida comiendo poco pero ahora, que era vieja, se lanzaba sobre los alimentos como si estuviera pegando un estirón. Era un hambre antigua, voraz como la de los que han pasado una guerra, tan violenta que hasta a ella misma la sorprendía. Hambre y a mi edad, se dijo, mientras masticaba un trozo de pastel. Sintió sobre ella las miradas de las niñas, que la estudiaban con extrañeza.»

Un muy recomendable libro de relatos, ese género tan denostado en nuestro país, pero que autores como Clara Obligado lo colocan en el lugar que se merece con su habilidad innata y perfeccionada tras años de arduo trabajo. Para no perdérselo.

NOTA: Esta reseña fue publicada también en Masticadores de letras – USA.

Ficha técnica:

Editorial: Páginas de espuma.

ISBN: 978-84-8393-180-6

Edición: Primera edición

Formato: Papel

Género: Relatos.

Traducción: No procede