Escribir, una gozada (Escritor. Autor de novelas (Mursiya El pintor del Rey Lobo y Mursiyya El talismán del Yemení. El secreto de Zalamea), críticas, reseñas y pasatiempos literarios y otras creaciones). Premio Nacional Saavedra Fajardo. Libro murciano del año 2016
Desde que me metí de lleno en este mundo de la literatura he conocido a muchos autores, y Jesús Boluda no es tan solo otro más. Jesús y yo somos paisanos, al menos así lo dice el lugar de nacimiento consignado en mi DNI (y supongo que en el suyo, aunque no se lo he preguntado). Y, encima, el tío escribe magníficamente. Tenía muchas ganas de leer algo suyo; la falta de tiempo (y mis dificultades organizativas) me lo había impedido hasta ahora, pero menudo descubrimiento. «Minuto 116″303, su última obra, hace válido el manido refrán de «Más vale tarde que nunca».
Con un toque policíaco, Minuto 116 es (para mí) una novela con la que pasar un buen rato. Una obra repleta de golpes de humor inteligente y referencias cinematográficas (no hay más que ver los títulos de cada capítulo, además de las abundantes citas de películas, sobre todo de las protagonizadas por Denzel Washington, personaje favorito del protagonista de esta obra) que te hará sonreír y reír de principio a fin.
«Como dice Denzel Washington en Fallen: Hay momentos que te marcan la vida, y en los que te das cuenta de que nada volverá a ser igual. Y cuentas el tiempo a partir de ahí, antes y después de aquello. (…) La afición en este país por el fútbol fue algo que -a mí, persona poco futbolera- me sorprendió, y también me ayudó bastante. La estampida en busca de un televisor donde terminar de ver el partido fue superior a la esperada».
El título de la obra se refiere al minuto en el que Iniesta marcó el famoso gol que convirtió, por primera vez, a la selección española absoluta de fútbol en campeona del mundo. Este minuto sirve de punto de partida a la trama en la que un peculiar personaje, el protagonista, cinéfilo a más no poder y nini sin solución, trata de resolver sus problemas (y hasta ahí puedo leer sin caer en el temido spoiler). Con un ritmo constante y fluido, y recordándome mucho a algunas de las más divertidas novelas de mi admirado Eduardo Mendoza, el autor nos va poniendo en situación, tirando sobre todo del mencionado personaje principal y de su antagónico (que ya descubriréis quién es durante la lectura). Otros personajes, como Víctor Birrete, acompañan al protagonista en esta aventura. En la siguiente cita podéis leer un fragmento de una escena que desarrolla el susodicho «escudero».
«Miró a su particular festín con los ojos de una madre que ve partir a su hijo en un barco rumbo a la guerra. Contempló la posibilidad de dejarlo ahí mientras solucionaba la avería, todo preparado para atacar sin piedad a la vuelta, pero supo que no podía. Estaría bastante mal que tuvieran que utilizar el quirófano para alguna intervención de urgencia, y al entrar se encontraran el ágape encima de la mesa del instrumental, así que volvió a guardarlo todo en la nevera azul de playa con el asa blanca rota por el centro y remendada por varias vueltas de cinta americana, la llevó a su taquilla y se marchó con paso cansino en dirección a la zona de urgencias».
Entre quijotesco y mendoziano, el texto de Jesús Boluda correrá raudo y veloz ante vuestros ojos, hilarante y desvergonzado, divertido y descarado. Como en la escena en que el protagonista se encuentra con una cabina de teléfonos de las de la antigua usanza, y la describe tal que así:
«Un cubículo gris, acristalado en tres de sus costados y con la puerta de entrada repleta de pegatinas con anuncios variados que iban desde el cerrajero o el fontanero de guardia hasta el de chicas que enseñaban idiomas y otros complementos aún más extraños: francés, griego, lluvia dorada, beso negro».
Dicen las autoridades sanitarias que no es recomendable leer este libro. Razón más que suficiente para hacerlo, pues ya sabéis que todo lo que es bueno está prohibido o engorda. Y ojo, además de ser bueno, también este libro engorda, porque pasarte seis horas sentado en el sofá, sin moverte, leyendo sin perder ripio esta novela, ya te digo yo que no te va a ayudar a mantener la línea. No os la perdáis, porque vais a disfrutar un montón.
Hasta la próxima.
NOTA: Esta reseña fue publicada anteriormente en Masticadores de letras – USA.
