¿Por qué escribo?
El otro día mi amigo y lector cero Antonio me mandó un email. En él adjuntaba un PDF de la revista de cultura y ciencia sociales Ábaco. Era el número 20 de la segunda época, de 1999 (ahí es nada, el año que terminé la carrera). Y el tema de la revista era ese: «¿Por qué escribo?»
Mi amigo Antonio fue escueto. Solo adjuntó la revista y escribió en el asunto del mensaje: «¿Por qué escribes?». Era una pregunta directa. Para mí.
Antonio es un tío culto e inteligente. Se cuestiona muchas cosas de las que le rodean. Y también de las que no. Tiene una mente pensante, no es de los que usan la cabeza solo para llevar sombrero. Y sé que me lo pregunta por un ansia, un deseo íntegro y sincero de saber más, de conocer mejor su entorno, su mundo. Antonio necesita saber más. Llegar más allá. Siempre.
Y esta es mi respuesta:
Yo creo que empecé a escribir para contar cosas que nadie ha contado, al menos por escrito o, al menos, de la forma en que yo lo hago, con mi perspectiva. Para aprender más sobre esas cosas (la historia de Murcia, la de Extremadura o del mundo y, en el futuro, quién sabe si el alma humana u otra zarandaja por el estilo). A veces también me sirve de desahogo y hasta para espantar demonios y fantasmas, pero creo que, sobre todo, lo hago para contar lo que me gustaría haber leído a mí.
Vamos, que si alguien hubiera escrito antes lo que yo quise leer en su día, quizás no escribiría.
Hasta pronto.