La rata
Entro a hurtadillas en un bar de copas pasada la medianoche. Hay mucho humano de todo tipo, pero hacía falta una rata como yo. No hay pub o tasca o como quieran ustedes llamarlas que se precie y que no disponga de, al menos, una de mi especie —es simple: alguien tiene que comerse las cucarachas que infestan estos antros—. Veo en la barra a un tipo con pinta de repelente, que discute con el camarero. Este, dado el estado de embriaguez de aquel, se niega a servirle más bebidas alcohólicas y el borracho rompe un vaso contra el mostrador. Me viene genial, porque mientras el mesero esté distraído con ese energúmeno, no se fijará en mí. Por desgracia, enseguida llegan los controladores de acceso del local y lo expulsan del mismo. Dice el refrán de las cloacas que cuando el rabo de tu vecina veas cortar pongas el tuyo a remojar, así que, tras zamparme tres cucarachas por el camino, me escapo del lugar y me escabullo por las alcantarillas.
Al día siguiente, temprano, tras recorrer varios túneles y desagües, aparezco en la estación de metro de Callao, donde muchos humanos esperan el tren para ir a la caza de sus propias cucarachas, supongo yo. Veo entonces, mira tú qué casualidad, al mismo tipo del bar, el borracho, durmiendo en un banco del andén. En el suelo sus zapatos y en sus pies unos calcetines agujereados por los que asoman ambos dedos gordos, que aparentan ser deliciosos. ¡Y yo con este hambre! Los demás procuran mantenerse alejados del tipo y murmuran sobre él y yo me dispongo a aprovechar esa distancia para darme un festín. Cuando me ven encaramarme a su improvisada cama todos comienzan a gritar y corren despavoridos por los pasillos. Algunos hasta se lanzan a las vías.
Relato perteneciente a mi proyecto: Ejercicios de estilo.
Resto de ejercicios pinchando aquí.
Y no vio a la energúmena mujer? 👏👏😂
🙄😜😅🤣🤣