Yahya ben Yahya (personajes reales)
Hacía mucho tiempo que no dedicaba un artículo a alguno de los personajes reales que aparecen en mi novela «Mursiyya; El talismán del Yemení«. Ahora que está en ciernes la publicación de una nueva novela aprovecho para recuperar a uno de ellos: Yahya ben Yahya. Según la fuente que consultes puedes encontrarlo también como Yahya ibn Yahya.
Yahya ben Yahya: personaje intrigante
En mi novela este personaje de origen bereber tiene un cierto aire intrigante, pero no voy a destriparos nada sobre su papel en la misma. Sí que os voy a tratar de aclarar un poco qué hay de cierto en su vida para que, al leer, podáis discernir lo real de lo literario (sí os adelanto que es bastante real su actuación en mi obra).
Y es que posibilidades para ser intrigante no le faltaron a Yahya. De hecho, la Historia recoge que fue uno de los cuatro personajes que más influencia tuvieron sobre el emir Abderramán II. A los otros tres ya les he dedicado artículos en otras ocasiones: Ziryab (el mirlo negro), Nasr (el omnipotente eunuco) y su amadísima Tarub. Tan sólo me faltaba por hablaros más detenidamente de este Yahya ben Yahya que hoy os traigo.
Revueltas en el arrabal
Sobre el año 817 d.C. hubo una importante rebelión en un populoso arrabal de Córdoba, la capital emiral de al-Andalus. Por aquel entonces gobernaba el emirato el padre de Abderramán II, Al-Hakam, que tuvo que reprimir con fiereza, sangre, fuego y destrucción las revueltas. Estas habían sido instigadas por los alfaquíes y, entre ellos, estaba Yahya ben Yahya.
Quizás porque Al-Hakam se diera cuenta de que para mantener la paz y el orden en al-Andalus le convenía ceder algo de poder e influencia a los alfaquíes y porque Yahya ben Yahya también fue consciente de que los religiosos del Islam podían tener más fuerza y relevancia si apoyaban al emir, pudieron llegar las reconciliaciones. El gobernante andalusí, que habría expulsado a la mayoría de los habitantes del arrabal a África, perdonó entonces a Yahya y este se pudo reinstalar en Córdoba.
Los orígenes de Yahya ben Yahya
Ya he dicho que era de origen bereber. Ahora bien, eso era cosa de sus ancestros. Sus antepasados fueron de los primeros en asentarse en al-Andalus y, ya bien aposentados, brindaron un importante apoyo a Abderramán I cuando este llegó a la península para fundar el emirato andalusí. Así que a Yahya tan sólo le quedaba de bereber la sangre y la cultura y tradiciones que hubieran conservado en su familia. Vamos, que era más andalusí que nadie. Entonces, ¿por qué me ha parecido importante hablar de sus orígenes? Pues por su padre.
Parece que su padre o un antepasado muy cercano ayudó de manera muy importante a Abderramán I a hacerse con el gobierno andalusí. Así, este se convirtió en el primer emir independiente de al-Andalus. El nuevo gobernante premiaría al progenitor de Yahya ben Yahya con el gobierno de varias ciudades, como Algeciras y Sidonia. Eso le daría poder a su familia y permitiría que el propio Yahya comenzara un nuevo camino hacia la sabiduría religiosa (procedía de familia militar). Y, por supuesto, podría afianzar los lazos con los omeyas, dinastía a la que pertenecían al-Hakam I y Abderramán II.
Con Al-Hakam I
Como ya he insinuado antes, Yahya ben Yahya no parecía tragar al emir Al-Hakam y su inicial actitud de superioridad frente a los alfaquíes y religiosos. De hecho, todo apunta a que Yahya pudo participar y/o ser instigador de varias rebeliones en el arrabal a principios del siglo IX, siendo la más sangrienta la ya mencionada de 817 d.C. Como dije, tuvo que abandonar Córdoba a raíz de las mencionadas revueltas. Lo hizo junto a su hermano Fath (de este creo recordar que no hablo en la novela), al que capturaron enseguida y ejecutaron. Yahya se salvó por los pelos. Refugiado probablemente en casa de un toledano, este intercedió ante al-Hakam logrando el perdón para Yahya, bajo el argumento de proteger su sabiduría (no en vano había sido apodado «El inteligente de al-Andalus«).
Y al fin Yahya ben Yahya con Abderramán II
Como sabemos, Abderramán II cultivó las ciencias, las artes y la sabiduría, protegiendo y otorgando mecenazgo a múltiples vasallos. Y a Yahya, como acabo de decir, lo llamaron «El inteligente de al-Andalus. Además, el nuevo emir de Córdoba y al-Andalus seguiría la estela de lo que su padre Al-Hakam I le habría inculcado sobre la conveniencia de cuidar de los alfaquíes y respetarlos. De este modo, acabaría por otorgar gran relevancia a Yahya ben Yahya. Así, parece que le consultaba sobre los nombramientos de jueces y se dice que el emir no nombraba un juez sin la previa aprobación del «inteligente». También se afirma que Yahya podía hacer que cesaran a cualquier juez si no actuaba como él quería, teniendo así un gran poder en el aparato judicial andalusí, pues todos temían desobedecerle y perder su cargo.
Además de esto, el emir se sometía a las penitencias que Yahya le imponía. También pudo influir profundamente el alfaquí en la educación y formación de los príncipes omeyas, eligiendo maestros para ellos e, incluso, ejerciendo él mismo como tal. Fue para Abderramán II, por tanto, una especie de valido y director espiritual. Y, por supuesto, procuró con toda la intencionalidad del mundo, inspirar entre los que lo rodeaban todo el respeto y temor del que fue capaz. De hecho, muy pocos, salvo quizás el poeta al-Gazal y los jueces Yahya ibn Mamar al-Alhani y Abd al-Malik ibn Habib, se atrevían a criticarlo o atacarlo. Es más, se cree que también estos jueces pudieron restar poder a Yahya ben Yahya en algún momento del gobierno de Abderramán. Pero eso es otra historia en la que no voy a profundizar ahora.
Por último, quiero añadir que Yahya falleció antes que Abderramán II, aproximadamente en el 848 d.C.
En resumen
Este personaje realmente existió y, desde luego, tuvo gran influencia sobre el emir andalusí bajo cuyo gobierno transcurre la principal trama de mi novela. Ahora bien, todas las prebendas de que disfrutó Yahya ben Yahya no fueron regaladas. Las conseguiría, sin duda, por su recia inteligencia, la cual le hacía buen conocedor de los hombres y extremadamente calculador. Además también influyeron su ascendencia familiar, su capacidad de discernimiento e interpretación de la doctrina jurídica, junto a un amplio sentido de la oportunidad que supo explotar a su conveniencia. Y si a este sujeto no le he dado mayor relevancia en Mursiyya; El talismán del Yemení es porque actuaba sobre todo en Córdoba. Pero no por ello podía obviarlo, dada su importancia en el gobierno andalusí.
Espero haberos aclarado un poco sobre otro de los personajes reales de Mursiyya; El talismán del Yemení.
Hasta la próxima.