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Ahmad ibn al-Hallal y hermanos portadilla

Ahmad ibn al-Hallal y los Banu al-Hallal (personajes reales)

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Traigo hoy a la sección de personajes reales a los Banu al-Hallal. Su importancia se debe, entre otras muchas cosas, a uno de los miembros de esta estirpe: Ahmad ibn al-Hallal. Es este, junto a sus parientes, otro de los personajes reales que aparecen en Mursiya El pintor del Rey Lobo (Ediciones Dokusou). Veamos, pues, qué hay de cierto sobre su vida.

El oscuro Ahmad de los banu al-Hallal

El venerable padre de Ahmad ibn al-Hallal

Pero antes de hablaros de Ahmad ibn al-Hallal os comentaré brevemente sobre su padre.

Su padre se llamaba Muhammad ibn Zidayat Allah. Se le consideraba un venerable de Murcia. Estudió con el famoso sabio al-Sadafi (de una de las hijas de este maestro, Fátima, también se habla en el libro y aparece fugazmente).

Muhammad estaba, como digo, muy valorado en la Mursiya de aquella época. Era, a fin de cuentas, el patriarca de una poderosa familia y tenía enormes conocimientos. Tenía, además, varios hijos. En «Mursiya El pintor del Rey Lobo» os hablo de tres de ellos: Ahmad, Ali y Zidayat Allah.

Muhammad falleció en Murcia, ya anciano, en 1152 d.C. ABU ABD ALLAH MUHAMMAD IBN ZIDAYAT ALLAH AL-TAQAFI “IBN AL-HALLAL”

Los hermanos de Ahmad ibn al-Hallal

Y aún antes de hablar de Ahmad y de su relevancia, os hablaré de sus dos hermanos más conocidos.

Ahmad ibn al-Hallal y hermanos

En primer lugar me referiré a Zidayat Allah.

Efectivamente, como se puede leer en mi novela, Zidayat Allah fue consejero en Murcia, además de almocrí y, en Valencia, cadí. Este último cargo lo ejerció, precisamente, por petición de su hermano Ahmad, el protagonista de esta entrada. De Valencia regresó a Mursiya, donde siguió ejerciendo de cadí o juez.

No está clara la fecha de su muerte. Algunas fuentes la sitúan en 1153 y otras en 1157. Cuando leáis «Mursiya El pintor del Rey Lobo» descubriréis por cual de las dos fechas me incliné o si me tomé alguna licencia literaria. 😉ABU L-HASAN ZIDAYAT ALLAH IBN MUHAMMAD IBN ZIYADAT ALLAH AL-TAQAFI “IBN AL-HALLAL”.

En segundo lugar, os hablaré del otro hermano de Ahmad: Ali.

Ali era almocrí y alfaquí y hay constancia de su amplio conocimiento de la Mudawwana de Sahnun. Sí, transmitía esa ley que tanta fama y poder había dado a los Banu Jattab y al poderoso Abu Bakr Muhammad ibn Abi Yamra. No en vano, los Banu al-Hallal habían estudiado jurisprudencia con el padre de este (Abu l-Qasim Muhammad ibn Abi Yamra).

No hay constancia clara en las fuentes de la fecha de la muerte de Ali. Esta ausencia de datos me otorga, como escritor, cierta libertad para las licencias literarias. ALI IBN MUHAMMAD IBN ZIDAYAT ALLAH AL-TAQAFI “IBN AL-HALLAL”

Ahmad ibn al-Hallal

Ahora sí. Os hablaré de Ahmad ibn al-Hallal.

Tampoco os voy a contar demasiado. ¡No puedo ni pienso destriparos aquí mi novela! ¡Siempre estuve en contra de los spoiler (y lo aplico, por ejemplo, cuando reseño novelas)! Y con mi libro no iba a ser menos. Pero os desvelaré lo que pueda. La idea, como siempre, es que los lectores podáis valorar lo que hay de cierto en mi obra sobre este personaje.

Efectivamente, Ahmad era hijo del venerable Muhammad y hermano de Ali y Zidayat Allah, como os acabo de contar. Y estudió con los maestros más prestigiosos de la época. Ahora bien, este personaje fue muy importante por el cargo que ocupó bajo el mandato de Muhammad ibn Mardanish. Veamos el porqué.

Ahmad ibn al-Hallal ardiendo en el infierno

Juez supremo del al-Andalus mardanisí

Ahmad ibn al-Hallal, que había nacido en Murcia en 1105, ya debía de ejercer como juez antes de la llegada al poder del Rey Lobo. Algunas fuentes afirman que fue cadí en Orihuela. También habría actuado como alfaquí y consejero. Mas el poderío de su familia, considerada una de las mejores de la Mursiya del siglo XII, y lo venerable de su padre lo catapultarán, sin duda. Tanto es así que, en 1147, recién nombrado Muhammad ibn Mardanish emir, este lo eligió como juez supremo.

Esto significa que Ahmad era algo así como un juez de jueces, la máxima autoridad del aparato judicial mardanisí. Él nombraba y cesaba jueces casi a su antojo. E influía en las decisiones del Rey Lobo. Lo que le dotaría de un extraordinario poder en la taifa murciana.

La imprudencia de Ahmad ibn al-Hallal

Pero este juez supremo no era, por lo visto, una persona sensata ni prudente. Supongo que ambas cosas suelen ir de la mano, porque varias crónicas así lo afirman. Seguramente era, entre otras muchas cosas, un buen bocachancla. Y en alguna fuente de las consultadas se le tacha, además, de corrupto.

Por sus imprudencias y, probablemente, también por corruptelas varias, caería en desgracia. Alguien, con razón o sin ella (las fuentes no desvelan esto ni los motivos), lo calumnió. Y hasta ahí puedo leer, porque si os digo más os estaría destripando la novela. Tan sólo puedo confirmaros que sí, que gran parte de lo relacionado con su final está bastante ajustado a la trama de mi obra. Y ya no os cuento más.

Los moscones de Ahmad ibn al-Hallal

Como persona poderosa que era, Ahmad ibn al-Hallal se rodearía de los correspondientes moscones. Ahmad ibn Abd al-Aziz, el de Segura era uno de ellos. Los lectores lo recordarán porque cojeó durante semanas por una mala patada que dio al suelo en un momento de enojo. Y es cierto que, como en mi novela, fue consejero de los Banu al-Hallal.

El Caracaballo (Muhammad ibn al-Faras) también ocupó cargos en la asamblea consultiva de los Banu al-Hallal. Cabe suponer, por tanto, cierta cercanía entre ellos. Como también podría intuirse con los Banu Idris.

Y ya no se trata de intuición. En el caso del predicador de Salé, Yahya al-Salawi, tenemos datos reales. Las crónicas afirman que frecuentó a los mencionados Banu Idris y a los Banu al-Hallal. Así que su relación recogida en «Mursiya El pintor del Rey Lobo«, aunque con ciertos matices, quedaría bastante acreditada.

También está acreditada en las fuentes la relación de Abd al-Aziz ibn Saddad con los Banu al-Hallal. ¡Fue, a fin de cuentas, secretario del cadí supremo Ahmad ibn al-Hallal!

Pero no todo iban a ser moscones oportunistas. Otros también lo rehuían, como Abd al-Rahman ibn Abi Layla. A este, por ejemplo, Ahmad ibn al-Hallal le ofreció la judicatura. Pero, como ya sabrá el lector de mi libro, el tipo la rechazó (este dato no es especialmente relevante para la trama así que no destripo nada). Y es que le iba más la vida ascética al hombre, la verdad.

En resumen

Ahmad ibn al-Hallal era un insensato. Aún así, sus conocimientos y la relevancia de su familia en Mursiya influirían en su éxito. Se convirtió enseguida en juez supremo del nuevo emir. Controlaba así la judicatura de todo el al-Andalus mardanisí. Ejerció dicho cargo durante años y debió de sentirse muy poderoso e importante por ello. Mas su imprudencia y, seguramente, su soberbia, le costarían caras. Y no puedo contaros más.

Hasta la próxima.

Fuentes bibliográficas

ABU L-ABBAS AHMAD IBN MUHAMMAD IBN ZIDAYAT ALLAH AL-TAQAFI, conocido por IBN AL-HALLAL

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