El político

Entro arramblando en un bar de copas pasada la medianoche. Hay mucho votante de todo tipo para hacerles el meeting o, al menos, el speech. En la barra, un tipo con gafas de pasta, camisa de flores y patillas algo difusas que seguro que es de la oposición, discute con el camarero. Este, dado el estado de embriaguez de aquel, se niega a servirle más bebidas alcohólicas y el opositor borracho rompe un vaso contra el mostrador, por lo que es expulsado del local por los controladores de acceso del mismo. El sistema funciona, pero funcionaría mejor si la gente me votara sólo a mí.

Al día siguiente, temprano, cuando espero el metro en Callao para ir a dormir la mona —hoy hay pleno en el Congreso pero va a ir su tía—, veo al de la oposición durmiendo en el mismo banco del andén al que iba a subirme yo para soltar un discursito de los míos. ¡Ya me ha jodido mayo con las flores! En fin, veo en el suelo sus zapatos y en sus pies unos calcetines agujereados por los que asoman ambos dedos gordos. Deplorable, pienso mientras saco el móvil y activo la cámara de fotos. ¡Va a arder Twitter hasta que el tío dimita y más allá! Los demás, entretanto, procuran mantenerse alejados del tipo y murmuran sobre él y yo, hábilmente, consigo colar entre los murmullos datos sobre la formación política a que pertenece el apestado. En fin, pienso y sonrío satisfecho, hoy no he solucionado ningún problema de este país, pero me he ganado con creces el sueldo del mes.

Relato perteneciente a mi proyecto: Ejercicios de estilo.

Resto de ejercicios pinchando aquí.

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