Terror
Huyendo de las brumas que, absorbiendo la luz de las farolas, envuelven la oscuridad de la noche, entro en aquel antro ruinoso sin imaginar, tan siquiera, la mitad de lo que voy a encontrarme dentro. Sombras oscuras y desconocidas me rodean haciéndome sudar y temblar de miedo. Intuyo sus garras acechándome. Mientras, en la destartalada barra, mal iluminada y apestosa, un tipo con unas gafas de pasta que tratan de ocultar su mirada extraviada y demente, camisa de flores que bien pudo ser de fuerza, a la que le recortarían las mangas, y patillas casi imberbes, a la par que sucias y descuidadas, discute con el camarero. Este, se niega a servirle más bebida al tipo que, si mi oído no falla, con su profunda voz le está exigiendo una copa de sangre humana. El extraño vampiro rompe entonces su vaso contra el mostrador, por lo que los controladores de acceso del siniestro local tienen que sacarlo de ahí por la fuerza, mientras el tipo suelta dentelladas por doquier y casi me alcanza.
Al día siguiente, antes de que salga el sol, mientras espero el metro en Callao para volver a mi cementerio, veo al vampiro (o lo que fuese aquel siniestro ser) haciéndose el dormido en un sucio banco del andén. Algo trama. En el suelo descansan sus zapatos y en sus pies se observan unos calcetines viejos y agujereados por los que asoman ambos dedos gordos, de uñas negras y aspecto putrefacto. Los demás procuran mantenerse alejados del tipo, sujetando las cruces que cuelgan de sus respectivos cuellos y murmuran extrañas oraciones contra él.
Relato perteneciente a mi proyecto: Ejercicios de estilo.
Resto de ejercicios pinchando aquí.