El bebé
Mis papis han vuelto a sacarme de la cuna y me han llevado con ellos a un sitio en el que hay muchos mayores. Algunos, rarísimos. Uno con gafas, camisa de flores y hormiguitas junto a las orejas le grita a otro medio escondido detrás de un trozo de pared. Este le dice esa palabra que tanto odio pero que uso cuando me conviene, la palabra «no», y al otro se le cae un vaso en el trozo de pared y se le rompe y se hace pupita. Yo me pongo a llorar pensando en la regañina que le van a echar sus papis cuando lo vean. Entonces llegan sus papis, que son muy grandes y fuertes, y se lo llevan. Verás cuando lleguen a casa.
A la mañana siguiente entramos al túnel donde cogemos el tubo largo y blanco que me lleva a la guardería. Al pararse la sillita me despierto y veo al del vaso roto de ayer. Está acostado en una cuna muy extraña que mis papis suelen usar para sentarse. Va descalzo y con los calcetines rotos pero muy bonitos. Yo creo que, al final, no tiene papis el pobre. Y si son los que ayer se lo llevaron lo habrán abandonado ahí. Y, encima, alguna gente parece que quiere pegarle por la forma en que lo miran. Jo.
Relato perteneciente a mi proyecto: Ejercicios de estilo.