Falcó – Arturo Pérez-Reverte (contiene foto de Lorenzo Falcó y de Eva Rengel)
Falcó
Arturo Pérez-Reverte
RESEÑA
«La guerra de Lorenzo Falcó era otra, y en ella los bandos estaban perfectamente claros: de una parte él, y de la otra todos los demás».
Nos deleita don Arturo en esta obra con un nuevo personaje que promete convertirse en uno de los entrañables de la literatura contemporánea. Parece ser que las aventuras del protagonista, Lorenzo Falcó, se van a plasmar en varios libros, una serie en la que iremos conociendo las andanzas de esta especie de rufián espía que ejerce durante la Guerra Civil Española. Ubicado en un contexto real e histórico, se verá envuelto en diversas misiones para el bando nacional. Pero todo esto nos lo irá confirmando el tiempo. Por cierto, quiero comenzar mis reseñas sobre libros de Pérez-Reverte reconociendo mi admiración y afición por la escritura de este autor, de modo que tú, que lees estos comentarios, seas consciente de la subjetividad inevitable que en ellos puede haber y ajustes tus conclusiones a tus gustos y experiencia propia. Con las reglas claras, comenzamos el juego.
«Las batallas ―eso también lo había aprendido Falcó muy pronto― se ganaban gracias a los cabos y sargentos, no a los generales.
(…)
―¿Será largo y sangriento, entonces?
―Imagínese. La mejor infantería del mundo contra la mejor infantería del mundo.
(…)
La aparente ausencia de reglas».
Digo que comenzamos el juego porque es lo que le gusta hacer al autor cuando escribe. Jugar. Jugar con la historia y con el lector, pero con las reglas claras, desde el principio, para que todos disfruten. Y eso es lo que hace durante toda esta novela y, como siempre, es una gozada. Puestos a jugar quizás podríamos empezar el juego adivinando si el protagonista de esta novela es el alter ego de Pérez-Revete. Niega don Arturo que Falcó pueda tener algo de autobiográfico, pero lo cierto es que cuando lees ciertos párrafos, como el que mostraré a continuación, pareces estar encontrándote ante él mismo (no en todo, por supuesto). Está claro que para escribir tan bien como lo hace Pérez-Reverte, lo mejor es hablar de aquello que conoces de cerca, lo que has vivido o de lo que te has informado muy bien, por eso es inevitable que algunos rasgos nuestros, como autores, se reflejen y aparezcan en nuestra obra. Estoy seguro de que don Arturo no es Lorenzo, mas lo adornan en su historia similitudes que, posiblemente, vayan más allá de una simple casualidad y se aproximen más a la causalidad. Ahí va el párrafo al que me refiero:
«Pero en realidad las cosas no le habían ido mal en absoluto, aunque a menudo le resultara útil aparentarlo, sobre todo con una mujer delante. Falcó provenía de una buena familia andaluza vinculada a las bodegas, al vino y a su exportación a Inglaterra. Los modales y la educación adquiridos en la infancia le habían ido bien más tarde, cuando una juventud poco ejemplar, una carrera militar truncada y una vida vagabunda y aventurera pusieron a prueba otros resortes de su carácter. Ahora tenía treinta y siete años y una densa biografía a la espalda: América, Europa, España. La guerra. Trenes nocturnos, fronteras cruzadas bajo la nieve o la lluvia, hoteles internacionales, calles oscuras e inquietantes, abrazos clandestinos. También tenía, allí donde la memoria reciente se le mezclaba con las sombras, lugares y recuerdos turbios cuya cantidad, al menos por ahora, no le importaba seguir aumentando. La vida era para él un territorio fascinante; un coto de caza mayor cuyo derecho a transitarlo estaba reservado a unos pocos audaces: a los dispuestos a correr el riesgo y pagar el precio, cuando tocara, sin rechistar. Dígame cuánto le debo, camarero. Y quédese con el cambio. Había premios inmediatos y tal vez castigos atroces que aguardaban su hora, pero estos últimos estaban todavía demasiado lejos. Para Falcó, palabras como patria, amor o futuro no tenían ningún sentido. Era un hombre del momento, entrenado para serlo. Un lobo en la sombra. Ávido y peligroso».
Dejando aparte lo autobiográfico o no de la novela, en ella Arturo nos introduce en el mundo del bando nacional a través de su sede salmantina, sus alianzas, sus contactos, sus íntrigas incluso… Y con todo ello va vistiendo a un personaje canalla que trabaja por lealtad más que por sentimientos y que ha elegido vivir al límite, pues la vida es un suspiro y merece la pena saborearla al máximo. Este es el motivo que impulsa a Lorenzo Falcó a dedicarse a lo que se dedica, entre cafiaspirinas y su fiel Browning. Y con todos esos antecedentes, Pérez-Reverte nos da toda una lección sobre el espionaje a comienzos de la Guerra Civil Española, lección que ya nos augura este párrafo a principios de la novela:
«Falcó iba de sorpresa en sorpresa. No conocía personalmente a Hans Schröter ―rebautizado Juanito Escroto por la eterna guasa española―, pero sabía que era jefe del servicio de inteligencia nazi en la España nacional, y que tenía línea directa con el almirante Canaris, en Berlín. Todo el cuartel general franquista en Salamanca era un hormigueo de agentes y servicios nacionales y extranjeros: paralelo a los alemanes del Abwehr operaba el Servizio Informazioni Militare italiano, además de los múltiples organismos de espías y contraespías españoles que se hacían la competencia y a menudo se entorpecían unos a otros: los falangistas del SIIF, los militares del SIM, el servicio de inteligencia de la Armada, la red de espionaje civil conocida como SIFNE, el MAPEBA, la Dirección de Policía y Seguridad y otros servicios menores. En cuanto al SNIO, dirigido por el Almirante, dependía del cuartel general, supervisado directamente por Nicolás Franco, hermano del Caudillo. El servicio estaba especializado en infiltración, sabotaje y asesinatos de elementos enemigos, tanto en zona republicana como en el extranjero. En él se encuadraba el llamado Grupo Lucero, al que pertenecía Lorenzo Falcó; un reducido equipo de élite, hombres y mujeres, que en jerga de los servicios secretos locales era conocido como Grupo de Asuntos Sucios».
Sí, como han podido leer todo muy típico y nuestro, reivindicado y representado en ese «los múltiples organismos de espías y contraespías españoles que se hacían la competencia y a menudo se entorpecían unos a otros«. De alguna forma esa multiplicidad de agencias me recuerda a los spoilers (qué poco me gusta esa palabra teniendo como tenemos la maravillosa y castiza destripar) de la época que se chafaban mutuamente el final de sus películas. Pero también descubrimos un texto con mucha guasa española, como demuestra lo de «Juanito Escroto«. Y una misión asombrosa: liberar a Jose Antonio Primo de Rivera, líder falangista, de la prisión de Alicante ―previo paso nostálgico por la Cartagena revertiana―. Con un lenguaje directo, ácido, mordaz e inteligente, don Arturo nos explica la vida de un espía en tiempos de guerra. Valgan como ejemplo estas reflexiones del protagonista sobre la muerte ―o el matar, si lo prefieren―:
«Matar no es difícil, pensó Lorenzo Falcó. Lo difícil era elegir el momento y la manera. Matar a un ser humano se parecía a jugar a las siete y media, pues una carta de más o de menos podía dar al traste con todo. Matar por improvisación o arrebato estaba al alcance de cualquier imbécil. También lo estaba hacerlo por creerse impune, caso muy frecuente en tiempos como aquéllos. Sin embargo, matar de forma adecuada, impecable, profesional, era otra cosa. Palabras mayores. Ahí se requerían altas dosis de intención, sentido de la oportunidad, frialdad de juicio y cierto grado de adiestramiento».
Muerte y sexo se entremezclan con soltura en un baile de lealtades y deslealtades, de conspiraciones y emboscadas, de sorpresas y engaños, provocando en el lector una adicción difícil de explicar, pero que lo mantiene hundido en la butaca, mientras lee, lee y lee. Que si la falange, que si los comunistas, que si pim, pam, pum… Con ese estilo ágil, duro, entretenido y audaz que suele caracterizar las obras de don Arturo, quedamos hipnotizados viendo cómo se desenvuelve el protagonista con personajes como el Jabalí, Paquito Araña, Caridad Montero o Eva Rengel, entre otros, amalgamado con referencias a lo clásico, representado en Caronte y a otras obras más actuales. Y como muestra de esta literatura, os dejo otro botón: así comienza la novela Falcó, con un preámbulo que nos sitúa en la época, mediante una escena de tren que tanto gustan en la literatura de espionaje, y que sirve para hacernos a la idea de la frialdad canallesca de Lorenzo Falcó. Canalla que, por cierto, acaba cayéndote bien. Te pongo este incipit para engancharte e invitarte, desde ya, a la lectura de «Falcó», porque con semejante contundencia al comienzo («La mujer que iba a morir…») ¿cómo no vas a quedarte con las ganas de seguir leyendo?:
«La mujer que iba a morir hablaba desde hacía diez minutos en el vagón de primera clase. Era la suya una conversación banal, intrascendente: la temporada en Biarritz, la última película de Clark Gable y Joan Crawford. La guerra de España apenas la había mencionado de pasada en un par de ocasiones. Lorenzo Falcó la escuchaba con un cigarrillo a medio consumir entre los dedos, una pierna cruzada sobre la otra, procurando no aplastar demasiado la raya del pantalón de franela. La mujer estaba sentada junto a la ventanilla, al otro lado de la cual desfilaba la noche, y Falcó se hallaba en el extremo opuesto, junto a la puerta que daba al pasillo del vagón. Estaban solos en el departamento».
Y, por supuesto, Falcó el mujeriego y el espía, en uno solo:
«Desde muy joven había aprendido, a costa de algunas rápidas desilusiones propias, una lección crucial: las mujeres se sentían atraídas por los caballeros, pero preferían irse a la cama con los canallas. Era matemático.
(…)
Oyó un roce a su lado. Eva se había acercado a él. Se tumbaron sobre la arena húmeda, uno pegado al otro, estremeciéndose de frío ―él sintió bajo las ropas de ella la dureza de la pistola Luger―. Mientras protegía la brasa entre las manos, Falcó acercó el pitillo a los labios de la joven, que aspiró hondo un par de veces. Después, consumido el cigarrillo, Falcó lo apagó con precaución y permanecieron abrazados e inmóviles, intentando darse calor, mientras que en los desgarros del cielo negro se multiplicaban las estrellas.
(…)
La noche es neutral, se dijo. No toma partido por uno ni por otros, y ayuda a quien la pone de su lado. A quien la utiliza.».
Además, conversaciones algo irreverentes del protagonista con su superior y un sinfín de detalles bien documentados sobre la época y el funcionamiento de los servicios de inteligencia del momento rememorado, son algunos de los pilares sobre los que se asienta la grata escritura de Pérez-Reverte en esta ingeniosa y entretenida obra. Deseando estoy ya que se publique una nueva aventura de Lorenzo Falcó. Y espero que, tras la lectura de esta reseña, también estés deseando leer Falcó. ¡Y, por supuesto, que tu deseo no caiga en el olvido!
ACTUALIZACIONES DE LA RESEÑA:
Quienes amamos la obra de don Arturo sabemos que es juguetón. Un escritor de oficio al que le gusta plantear juegos a su sagaz lector, que disfrutará mucho más de la novela participando de ellos. Yo quiero colaborar en el juego de Pérez-Reverte y, aunque él mismo aclara al inicio de Falcó que sus tramas y personajes son ficticios (moviéndose, eso sí, en un entorno histórico bien documentado), quiero facilitaros aquí, en un solo espacio, algunas de las fotos que el propio autor ha ido aportando sobre ellos. Viviréis con mayor intensidad las aventuras de la trilogía de Falcó si introducís en la lúdica de su obra esta información. Ahí vamos:
En abril de 2020 don Arturo puso en su cuenta de Twitter una foto de Lorenzo Falcó y otra de Eva las cuales os dejo aquí, acompañadas de los mensajes del maestro. Comienzo con el mensaje sobre el protagonista:
Y ampliada (como veis, está deformada, más abajo os la pongo en condiciones):
Como recibió quejas por la deformación de la foto, estirada en vertical, don Arturo publicó este tuit:
Y gracias a eso podemos ver la foto sin deformar:
Y sobre su Eva Neretva, en esta obra Eva Rengel (recuerda que esto es una actualización añadida a la reseña a posteriori), la que le serviría de inspiración:
Y ampliada:
Y la foto más actual (puesto que ya sabéis que la chica de la foto es una actriz; si no lo sabíais visitad mi reseña de Eva donde lo explico):
Hay más fotos para jugar con Eva en la reseña a ella dedicada (ver P.D.2 más abajo). No dejéis de verlas y de disfrutar jugando con la literatura de don Arturo. Un saludo y hasta pronto.
P.D.2: Pincha aquí para leer mi reseña de «Eva» y/o hacer un crucigrama sobre dicha novela de Pérez-Reverte.
P.D.3: Pincha aquí para leer mi reseña de «Sabotaje«.
P.D.4: Otras reseñas de libros de Pérez-Reverte pinchando aquí.
Ficha técnica:
Editorial: Alfaguara
ISBN: 978-84-204-2894-9
Edición: Primera edición
Formato: Papel
Género: Novela histórica, espionaje, aventuras.
Traducción: No procede