La Facultad – José Antonio Jiménez-Barbero

La Facultad

José Antonio Jiménez-Barbero

RESEÑA

Si escribiendo una novela como «La Facultad» uno no entra en el Olimpo de los autores de novela negra yo ya no sé qué es lo que hay que hacer para conseguirlo. Y es que La Facultad de José Antonio Jiménez-Barbero es una obra que no puede escribir cualquiera. El estilo demostrado por el autor requiere una preparación y un nivel que sólo te los proporcionan la abundancia de lecturas y el cariño. Y, también, la dedicación y el interés que le pongas a lo que escribes. Sí, empiezo así de fuerte esta reseña porque con esta historia, José Antonio ha demostrado que desde la humildad con la que él trabaja se pueden hacer grandes cosas.

Características de La Facultad de José Antonio Jiménez-Barbero

Efectivamente, la maestría con que Jiménez-Barbero ha resuelto la narración de esta nueva aventura de su pareja de detectives, es definitiva. Augusto Salas y Carmen Reverte ya apuntaban muy buenas maneras en su primera investigación —»El demonio escondido»—. En La Facultad, el autor, viste a estos personajes con una personalidad e historias personales que hacen al lector implicarse con ellos y desear acompañarlos en su periplo. Y ese acompañamiento es tan agradable como emocionante, pues el autor ha sabido dosificar la información para mantener el suspense y el interés durante toda la novela.

Además, nos lleva de viaje por media España, pues la trama se desarrolla entre Murcia, Granada, Madrid y Galicia. De este modo podemos disfrutar de diferentes ambientes e imbuirnos en ellos con delectación. El manejo de los tiempos es excelente, lo cual no es fácil de conseguir. Escrita en tercera persona y tiempo verbal presente y con todos los ingredientes mencionados la sensación de inmersión del lector es total. Y se ve aumentada por una elección muy estudiada de términos y palabras, como podéis comprobar en la siguiente cita:

«Su paseo se hace cada vez más lento, mientras admira el estado de conservación de las lápidas, que no parecen haber sufrido el desgaste natural de su exposición a la intemperie durante décadas. Los nombres esculpidos en el mármol son perfectamente legibles, incluso los más antiguos y, pese a la lluvia y el viento, se hallan limpios de restos de hojas y hierbajos. Es evidente que la vieja dedica parte del día a mantener el lugar de descanso de sus muertos y, por un momento, llega a sentir una pizca de piedad por esa mujer, sola y amargada, viviendo sus últimos días en aquel caserón de piedra lleno de recuerdos».

Más sobre La Facultad de José Antonio Jiménez-Barbero

José Antonio Jiménez-Barbero ha sido policía y, además, es enfermero y profesor de la Universidad de Murcia. O sea, que sabe de lo que habla cuando escribe novela negra. Y eso se nota o se tiene que notar cuando lees «La Facultad», novela ambientada en ese mundo universitario que, sin duda, tan bien conoce el autor. Quizás por todo eso —su experiencia policial y sus conocimientos de medicina sobre todo— describe con tanta exactitud la personalidad psicopática del profesor asesinado al principio de la obra:

«—Ese es un rasgo característico de los psicópatas. Son seres encantadores, fascinantes a veces, artistas de la manipulación y del engaño. Llevan una máscara social bajo la que ocultan su verdadero rostro. El rostro de un ser sin conciencia ni sentimiento de culpa, sin pena ni remordimiento. Incapaces de sentir otra cosa más que un monstruoso e inagotable amor por sí mismos…».

A lo largo de La Facultad de José Antonio Jiménez-Barbero los recursos propios del género negro van barnizando con verdadero sentido y profesionalidad el texto. Se convierte así, como ya adelantaba más arriba, en poco más o menos que una obra maestra de la novela policíaca y detectivesca. Y no lo digo por decir, pues leo mucho y el negro quizás sea el género que más he leído a lo largo de mi vida. Por ello, no me extrañaría que esta obra le diese muchas alegrías a su creador. Os dejo un último fragmento de la obra a modo de muestra. Como me ha resultado difícil encontrar fragmentos significativos sin destripar la novela, ya que casi cada párrafo tiene su sentido, me permito ahondar en la descripción de ese profesor asesinado al que nadie quería:

«—(…) La situación fue violenta y extraña… Lo que sucedió esa mañana me dio a entender que ese tipo no era normal, que estaba desequilibrado. Verán, me encontraba en el despacho de Armando revisando algunos detalles de mi tesis cuando irrumpió hecho una furia. Me asusté. Estaba fuera de sí. La persona encantadora que nos había recibido la primera vez se había transformado en un loco rabioso, un maníaco. Creo que ni siquiera se dio cuenta de que yo me encontraba allí. Fue directo al profesor Figueroa y, sin mediar palabra, comenzó a proferirle todo tipo de insultos. Insultos gruesos, como los que se oyen en una tasca de barrio a las tres de la mañana, ¿me entienden? Nada de refinadas pullas entre académicos. Parecía…. La verdad es que no sé muy bien cómo describirlo».

En resumen

Por todo ello brindo (ver anterior foto) por La Facultad de José Antonio Jiménez-Barbero. Una obra excepcional, una novela negra ejemplar, con todas las características para que se convierta en un éxito editorial. Bien escrita, con mucho mimo, con una elección de palabras muy cuidada —según iba leyendo me imaginaba al autor exprimiéndose los sesos para encontrar el término más adecuado a cada situación y descripción—, unas escenas intensas, bien traídas, trabajadas y en su sitio: donde procede para hacer del suspense un elemento más del disfrute de la lectura.

Una serie con una evolución muy acertada y madura de los protagonistas del anterior libro: El demonio escondido. En definitiva, una novela negra apasionante y muy bien estructurada que no te dejará indiferente y que no puedes dejar de leer, así que corre a tu librería más cercana y pídela ya mismo, que luego en la playa no tengas que lamentarte por no disponer de un buen libro que leer. No te arrepentirás.

Ficha técnica:

Editorial: Dokusou

ISBN: 978-84-120953-7-1

Edición: Primera edición

Formato: Papel

Género: Novela negra, policiaca.

Traducción: No procede